Balance de ‘Nino Bravo, el musical’

Ligero equipaje para tan largo viaje

Aunque no me considere fan acérrimo, he de decir que sin embargo me siento simpatizante acérrimo de cuatro de las voces más poderosas del panorama nacional: Camilo Sesto, Raphael, Julio Iglesias y, cómo no, Nino Bravo. Con este precedente, era de cajón que a la mínima oportunidad que se me presentase iba a acudir a algún acto que tuviese como protagonista a alguno de estos Ases. Ya fui en su momento al concierto de Raphael en Riazor y hoy se presentaba un espectáculo deslumbrante: ‘Nino Bravo, el musical’. Lex y yo acabamos de llegar a casa tras asistir al acto, y ahora que estoy en caliente llega el momento de relataros la experiencia.

Dos palabras: Epic Failure.

Citando la segunda definición de la palabra ‘musical’ en el Diccionario de la Real Academia Española, me encuentro con lo siguiente: «Género teatral o cinematográfico de origen angloamericano, en que la acción se desarrolla con partes cantadas y bailadas». Y eso es lo que todo el mundo entiende, o sea que la estafa ya se produce desde el nombre del espectáculo. Llámalo concierto homenaje o como quieras, pero ‘Nino Bravo, el musical’ no es un musical: son 19 canciones de Nino Bravo interpretadas por cuatro voces intercalando vídeos de testimonios que van desde José Luis Uribarri hasta Karina. Además, un vídeo resumen de tres minutos de la vida del artista, realizado con muy mala fortuna, para abrir boca.

Cantantes. Si vas a ver un musical sobre Nino Bravo te esperas escuchar voces vigorosas, potentes, con fuerza y carisma, no los gallos de un cantante de orquesta de segunda. Y tampoco te esperas voces femeninas más cercanas a un concurso televisivo de talentos interpretando esas letras. De los cuatro cantantes, personalmente sólo me agradó una de las dos voces masculinas. Y siendo honestos, las mejores canciones fueron aquellas en las que dejaron el vídeo de Nino Bravo en todo su esplendor, defendiendo la canción como sólo él puede, sin ser martirizada por un hatajo de aficionados.

Realización: vaya desastre. No hay más que decir. En serio, era para acercarse a la mesa del realizador al final del evento- por no llamarlo de otra manera-, pedirle el DVD de los vídeos de fondo para las canciones y ponerlo de ejemplo de lo que NO se debe hacer. Los PowerPoints de las cadenas de emails tienen mejor estética que eso. Un salón hecho por un aficionado amateur al 3D Max y los fondos de mares psicodélicos que acompañan a algunas canciones del karaoke Makumba son dos ejemplos de estas aberraciones visuales que hacían olvidarte de lo que sonaba en la sala. O el fondo de un Time Square nocturno mientras pasaban por encima enormes letras de colores chillones con palabras como «HABLAR», «REIR», «VIVIR». Basura.

En definitiva, aunque todo el equipo se empeñaba en denigrar la imagen de Nino Bravo, el par de canciones dónde sonó su auténtica voz evitó el desastre total. Y la fuerza de la letra ‘Al partir un beso y una flor’ que tuvo un bis cantado por el público impidió el fiasco. Para los fans de Nino Bravo, con total sinceridad, recomiendo mejor una noche escuchando sus canciones a asistir a este espectáculo. Él sigue vivo, aunque algunos se empeñen en matarlo.

Bravo, Nino

5 comentarios

  1. Nunca he estado con un articulo tan de acuerdo.Yo me gaste 50 euros en Murcia y casi me cuesta el divorcio.ESE CONICERTO ES UNA PUTA MIERDA.LADRONES.ESTAFADORES.HIJOS DE PUTA SIN ESCRUPULOS LOS PRODUCTORES DE TALES MIERDAS.eSCRIBID AQUI COMO YO HE HECHO A PROTESTAR A ESTOS CABRONES

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